La paradoja de tu espalda sin telas asomada por una ventana,
haciendo para mi, la ventana al universo.
El compás de tus manos que acarician sin tocar
y las palabras que brotan de tus ojos, claro, sin hablar.
Las caderas que ralentizan las mareas cuando alborotan mis ideas
y después todo lo demás, tus pies como locos,
tus labios apretados y el meñique,
que me baja a la tierra.
Siempre quiero volver a un sitio que nunca estuve
Siempre quiero huir de algún lugar que no existe.
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